Amiga,
tienen algunos la poca decencia de augurar la tonalidad de tu mirada
sin falta de censura
suponiendo que conocen la delicadeza de una rama que se tambalea con el viento.
Qué insensatos aquellos que no se paran a comprender
que no hay un solo color a identificar, si no muchos.
Qué camino más truncado el de aquel que supone que un amor vale miles
que una rosa es igual a un millón
que el zorro, fiel amigo, no entiende del vaivén del tiempo, de los cambios del parecer.
Y aún en la conquista de las tierras romanas, de aquellos que se creían poseedores del Olimpo,
arrogantes mantenían la poca decencia de predicar sobre tu forma, arraigada al suelo con raices
a un suelo que es hogar para mí y que invita a ser familia
porque tú estás ahí, firme, y lo modificas cada vez que una lágrima cae sobre la arena
empapando las playas y campos amarillos que poseemos al predicar
entre vino y vino
entre copa y copa
entre amor y amor.
¡Que calle el César y hable Atenea!:
"cuando uno se deja domesticar, corre el riesgo de llorar un poco".
pero la vulnerabilidad, cobardes, es el oro por descubrir.
Y es que nadie va a entender que nos arrodillemos porque nos exalte una emoción
cantando a gritos por la insensatez del camino
para luego levantarnos la una a la otra de un tirón con un: "¡espabila, joder!" (siempre mejor) a tiempo.
Ay, compañera, no van a entender que una espalda contra otra hace al mejor postor
que 19 días no serán 500 noches si tenemos un whisky on the rocks
y que contigo, pequeño caballo desbocado que embellece su crin, toreo y me pongo el capote
alimentandome de contradicción.
Contradicción, que tan bien conoces y rellenas con un inocente "tal vez" ,
con un posible amor,
con un "y sin embargo te quiero",
cual pícaro y hábil pillo español.
Pero en el fondo sé:
sé que amas los mundos sutiles
aquellos ingrávidos y gentiles
a la misma par que yo.
a Minerva,
Feliz cumpleaños.